Mártires de la globalidad/Martyrdom in a Reality Globalized





Should we cross? The word comes from the cross, though it is also a verb and a faith and this business of survival that has yet to be resolved between humans and their deities.

¿Cruzarnos? La palabra viene de cruz, aunque venga también de un verbo y una fe y una lucha por la sobrevivencia que todavía no se resuelve entre los hombres y los dioses.


Photo and text © María Dolores Bolívar

Si las piedras hablaran



[That day I visited the Kumeyaay Cultural Center, with its magnificent museum. On the way back I managed to get some shots while I stopped to get some air and to observe the moon. There are 55 minutes between Barona and Tierra del Sol, a vast and diverse land that includes 18 reservations. San Diego has the highest number of reservations in the US.]

Ese día visité el Centro Cultural Kumeyaay, con su maravilloso museo. A mi regreso me detuve a respirar y robarle al paisaje una toma de aquel ojo penetrante que me pareció ser la luna. No te equivocas… parece que no se mueve ni una hoja. ¡Qué testimonios no guardarán las piedras!  La zona de Lakeside y Barona es, literalmente, un subibaja. La proximidad del suelo, de todas esas piedras, acopladas o avenidas unas con otras, te hace sentir, viajes como viajes, que la naturaleza te abraza. Estamos en el noreste del condado, tierra de piedras y arbustos con ocasionales zonas de vegetación más variada. Es como darse un baño de energía eso de andar entre todas esas piedras. En realidad el este de San Diego es tan variado como vasto. La sensación se corresponde con la geografía pues vas, literalmente, bordeando las faldas de las montañas y recorriendo cañones, en un camino abigarrado que acaba (o empieza) 55 minutos más al sur, en Campo, al topar con pared. San Diego tiene 18 reservaciones, el mayor número de todo el país; pero contrario a Arizona, donde el día termina antes de que recorras la inmensidad de sus reservaciones, en San Diego puedes recorrerlas todas en un par de horas en total.

Photo and text © María Dolores Bolívar