Trains are also moving borders, connecting dots and transporting people and things from one place to another. As trains come and go, towns are forever changed. That is why on crossing the rails our adrenaline pumps up. Not knowing on what side of the rails you will end up is already a challenge. And then there are those unintelligible languages written all over the wagons; unintelligible to the majority of us since we live outside that otherness of trains and their travel. The many layers of messages pile up and renew leaving almost no trace of the individuals actually generating the messages. A language of such complexity and collective impact will have to be deciphered someday. For now it only appears as the invasive yet colorful calligraphy we all see in awe; perhaps thinking that trains would not be as attractive without it.
Los trenes son también fronteras móviles que conectan puntos y transportan personas y cosas de un lado para otro. Cada vez que el tren va y viene los pueblos por los que pasa cambian para siempre. Por eso el cruzar los rieles hace que suba nuestra adrenalina. El no saber de qué lado de las vías acabarás ya es en sí mismo un reto. Y luego están esos lenguajes ininteligibles, escritos por todos los vagones; ininteligibles a la mayoría de nosotros que vivimos por fuera de esa otredad de los trenes y sus viajes. Los mensajes se acumulan por capas y se renuevan volviendo difusa la marca de los individuos que los generan. Un lenguaje de tal complejidad e impacto colectivo tendrá que ser descifrado algún día. Por ahora solo aparece como la caligrafía invasiva aunque colorida que todos vemos sorprendidos; tal vez seguros de que sin ella ningún tren resultaría tan atractivo a nuestros ojos.
Los trenes son también fronteras móviles que conectan puntos y transportan personas y cosas de un lado para otro. Cada vez que el tren va y viene los pueblos por los que pasa cambian para siempre. Por eso el cruzar los rieles hace que suba nuestra adrenalina. El no saber de qué lado de las vías acabarás ya es en sí mismo un reto. Y luego están esos lenguajes ininteligibles, escritos por todos los vagones; ininteligibles a la mayoría de nosotros que vivimos por fuera de esa otredad de los trenes y sus viajes. Los mensajes se acumulan por capas y se renuevan volviendo difusa la marca de los individuos que los generan. Un lenguaje de tal complejidad e impacto colectivo tendrá que ser descifrado algún día. Por ahora solo aparece como la caligrafía invasiva aunque colorida que todos vemos sorprendidos; tal vez seguros de que sin ella ningún tren resultaría tan atractivo a nuestros ojos.
(Piedras Negras, Coahuila)
Photo and text © María Dolores Bolívar